Hay algo especial en Barranco de noche. Ese aire bohemio que no se apaga, esas luces cálidas que parecen sacadas de un recuerdo, y ese silencio que solo se rompe con el clic del obturador. En una de esas noches decidí salir ligero, solo con mi fiel Nikon D80 y el clásico lente de kit 18-55mm. Nada más. Lo justo para capturar la esencia del lugar sin distraerme con el equipo.
La caminata comenzó en la Biblioteca de Barranco, aquel dia de Noviembre de 2009, ese edificio elegante que siempre me pareció un tesoro escondido. Bajo la tenue iluminación pública, su fachada se volvía casi etérea. Jugué con las sombras, los reflejos y la composición, buscando destacar sus líneas coloniales sin perder el carácter íntimo del entorno.
Seguí bajando hasta el famoso Puente de los Suspiros. Pocas veces lo había visto tan tranquilo. Sin turistas, sin apuro. Solo una pareja sentada en silencio y yo, tratando de capturar ese instante suspendido en el tiempo. Opté por una velocidad baja, trípode en mano, y aproveché el leve reflejo de las luces sobre el empedrado mojado para darle profundidad a la escena.
La Nikon D80, a pesar de su edad, se portó como una campeona. Su sensor CCD sigue teniendo esa magia en las sombras y los colores nocturnos que muchas cámaras modernas han perdido. Sí, no es la mejor en ISO alto, pero cuando uno conoce su cámara, sabe hasta dónde puede empujarla sin romper la estética.
De vuelta a casa, abrí las tomas en Lightroom. Solo necesité algunos ajustes suaves: levantar un poco las sombras, recuperar luces, y dejar que la atmósfera hablara por sí sola. No se trataba de perfección, sino de transmitir cómo se sentía Barranco esa noche: melancólico, sereno, lleno de historia y poesía.
Fue una sesión sin expectativas técnicas, pero con mucha conexión emocional. A veces, salir con lo básico te recuerda por qué comenzaste a fotografiar.
Hay algo que no te cuentan cuando entras al mundo de la fotografía profesional: después de usar una cámara robusta, pesada y bien construida, todo lo demás te empieza a parecer… liviano en más de un sentido. Y no lo digo desde la nostalgia gratuita, sino desde la vivencia real: el tacto, la confianza en cada obturador, el color que sale del sensor, la durabilidad… todo eso se queda contigo para siempre.
Cuando disparar era una experiencia física (y emocional)
Durante un tiempo, mi compañera de batalla fue una Nikon D2x, una bestia en todos los sentidos. Ergonomía impecable, enfoque preciso, colores intensos gracias a su sensor CMOS profesional. Hasta que cometí un error imperdonable: En un viaje a Mexico en 2012, la llevé cerca del mar sin protección… y terminó parcialmente sumergida. Duele admitirlo, pero ahí aprendí que incluso las máquinas más resistentes tienen un límite. Aún no la he enviado a limpiar ni reparar, pero lo haré. Lo prometo.
La familia Nikon: D100 y D80, más que herramientas
Entre otras cámaras que pasaron por ese momento por mis manos están la Nikon D100, Nikon D200 y la Nikon D80. Las tres con sensores CCD, ambas con alma. Aunque no llegan al rango «pro», siempre he sentido que ofrecían más de lo que prometían: colores vibrantes, tonos piel realistas y una respuesta cromática que no se ve igual en sensores más modernos. En cierto modo, el sensor CCD tiene eso: textura visual y emoción.
Canon G12: La compacta que no se siente como tal
Y ahí entra la protagonista inesperada: la Canon PowerShot G12. Como muchas cosas que he conseguido, la consegui de segunda de un amigo fotógrafo profesional. No es una réflex, no es una sin espejo moderna. Es algo que a veces olvidamos que existía: una compacta con espíritu profesional.
Lo técnico (porque también importa)
Sensor CCD de 1/1.7” de 10 megapíxeles
Procesador DIGIC 4
Lente f/2.8–4.5 (equiv. 28–140mm) con estabilizador óptico
Formato RAW + JPEG simultáneo
Pantalla abatible de 2.8” (rotación total)
Visor óptico (sí, uno real)
Control total en modo Manual, Av, Tv, ISO, balance de blancos personalizado
Puerto hot-shoe para flash externo
No necesitas más para salir a caminar por la ciudad, treparte a una piedra en la sierra peruana o capturar la luz dorada de una tarde limeña.
Una cámara con carácter en el bolsillo
Lo que más me gusta de la G12 es que parece compacta, pero no se siente limitada. Su cuerpo transmite solidez. Tiene un peso que tranquiliza. Y su visor óptico, aunque básico, te devuelve el gusto por encuadrar sin depender de pantallas. La pantalla abatible es una joya para ángulos complicados, tomas a ras del suelo o autorretratos improvisados sin parecer influencer.
Y el color… ese color de los sensores CCD. Saturado pero natural. Con contraste, pero sin exageración. Una estética visual que hoy muchos intentan imitar con filtros vintage, pero que aquí viene de fábrica.
Accesorios que suman (y pesan con gusto)
La Canon G12 que tengo vino con su estuche de cuero original (voluminoso pero protector) y un accesorio que ya casi no se ve: porta filtro frontal. Con él puedo montar:
Filtros UV
Filtros ND para largas exposiciones
Polarizadores (uno que llevé a México, por ejemplo)
Filtros de efectos especiales para fotografía creativa
Todo esto en una cámara que cabe en una mochila y pasa desapercibida. En tiempos de cámaras de teléfono que quieren parecer profesionales, esta compacta sigue haciendo el trabajo con dignidad y clase.
¿Por qué sigo usándola?
Porque a veces no se trata de tener más megapíxeles, sino de disfrutar la experiencia. Cada vez que salgo con la G12 o repaso mis archivos de la D100 o la D2x, siento que estoy viendo fotografías, no simplemente archivos digitales. Y eso, en esta época, vale más que un nuevo modelo con IA y 60 megapíxeles.
CANON G12
¿Vale la pena en 2025?
Sí, absolutamente. En un mundo saturado de cámaras que prometen más pero conectan menos, la Canon G12 —y muchas otras cámaras con sensor CCD— siguen siendo una excelente elección si lo que buscas es carácter, control manual real y una experiencia fotográfica más táctil y consciente. No vas a obtener 4K ni conectividad instantánea al smartphone, pero sí vas a conseguir colores con alma, una construcción robusta, y la libertad de salir a fotografiar sin distracciones. En 2025, eso es casi un lujo… y esta pequeña cámara lo entrega con estilo.
Cuando pienso en cámaras DSLR que marcaron un antes y un después en la fotografía digital, la Nikon D80 es una de las primeras que viene a mi mente. Esta cámara, lanzada en 2006, se convirtió rápidamente en un referente para fotógrafos aficionados avanzados y profesionales que buscaban un equipo accesible, pero con prestaciones impresionantes. En esta reseña, quiero compartirte mi experiencia, los hitos que definieron a esta cámara y por qué todavía tiene un lugar especial en el corazón de muchos fotógrafos.
Hitos de la Nikon D80: Pionera en su Categoría
La Nikon D80 debutó en una época en la que las DSLR estaban comenzando a democratizarse. Este modelo destacó por ser una opción intermedia entre cámaras para principiantes y las avanzadas de gama profesional, como la Nikon D200.
Fotógrafos de bodas, fotoperiodistas y entusiastas de la naturaleza adoptaron esta cámara debido a su combinación de precio y rendimiento. Incluso, fotógrafos como Joe McNally, famoso por su fotografía de iluminación, utilizaron modelos similares en proyectos donde la portabilidad y la calidad eran cruciales.
Características Resaltantes de la Nikon D80
La Nikon D80 destacó en su momento por ofrecer prestaciones innovadoras que se mantenían competitivas incluso años después. Aquí algunas de sus características más notables:
Sensor CCD de 10.2 megapíxeles: En su lanzamiento, esta resolución era un gran avance y permitía capturar imágenes con colores vibrantes y gran detalle.
Sistema de enfoque automático de 11 puntos: Perfecto para capturar sujetos en movimiento o trabajar en condiciones de poca luz.
Pantalla LCD de 2.5 pulgadas: Aunque hoy puede parecer pequeña, en 2006 era una mejora significativa en claridad y tamaño.
Ráfaga de 3 fps: Ideal para deportes y acción.
Compatibilidad con lentes Nikon F: Una de sus mayores ventajas era la posibilidad de usar una amplia gama de lentes Nikon, desde los clásicos hasta los modernos.
Diseño robusto y ergonómico: La D80 era más ligera que modelos como la D200, pero mantenía una construcción sólida que se sentía cómoda en las manos.
¿Quiénes la Usaron y por Qué?
Fotógrafos de bodas valoraron la D80 por su capacidad de capturar momentos emotivos en alta calidad sin romper el presupuesto. En mi experiencia, esta cámara fue la favorita de quienes querían explorar géneros como fotografía de retrato, naturaleza y viajes. Su portabilidad y el acceso a lentes Nikon de excelente calidad la convirtieron en una opción versátil para aficionados avanzados y profesionales en desarrollo.
A veces los grandes espectáculos de la naturaleza se presentan justo cuando menos los esperamos.
Mi Opinión: ¿Sigue Siendo Relevante Hoy?
Aunque la tecnología ha avanzado enormemente desde el lanzamiento de la Nikon D80, sigue siendo una opción viable para quienes quieren aprender los fundamentos de la fotografía digital con un equipo sólido. Si encuentras una D80 en buen estado, puede ser una excelente manera de explorar el mundo de las DSLR sin invertir demasiado.
Si estás pensando en adentrarte en el mundo de la fotografía o buscas un equipo clásico para experimentar, no dudes en considerar la Nikon D80. Su legado en la historia de la fotografía digital habla por sí solo.
A veces los grandes espectáculos de la naturaleza se presentan justo cuando menos los esperamos. No hacen falta lugares exóticos ni grandes planes; solo estar en el momento adecuado, con la cámara lista y los sentidos despiertos.
En mayo del 2011, hice un viaje relámpago hacia las playas del norte. No era la mejor época del año —el cielo se mantenía gris, el clima indeciso— pero el encargo fotográfico se cumplió. Al regresar hacia Lima, tomé la temida variante de Pasamayo, una carretera con fama por sus nieblas densas y curvas peligrosas.
Y fue ahí, entre curvas y acantilados, donde la sorpresa me esperaba: el sol comenzaba a esconderse, filtrándose tímidamente entre la bruma. El cielo se tiñó de tonos anaranjados, violetas y dorados, mientras la niebla dibujaba una atmósfera casi onírica sobre el mar. Un espectáculo breve e impredecible, como todo lo valioso.
Tuve la suerte de tener a la mano mi fiel Nikon D80 y el clásico lente kit 18-55mm. La primera imagen fue una toma directa, capturando la escena tal como la vi. La segunda es una panorámica compuesta, armada con PTGui, que muestra la amplitud del paisaje y el drama del momento.
Fotográficamente hablando, no fue una toma planeada. Pero el contraste entre la luz cálida del atardecer y la humedad flotante del ambiente ofreció una combinación difícil de ignorar. Imagino que los camiones que avanzaban por la vía antigua debían ir con extrema cautela, envueltos en una neblina que para mí fue un regalo visual.
Estos momentos nos recuerdan por qué llevamos la cámara a todos lados. Porque a veces, la fotografía no se trata de buscar el lugar perfecto, sino de saber verlo cuando se presenta ante nosotros.
Esta cámara, lanzada en 2006, se convirtió rápidamente en un referente para fotógrafos aficionados avanzados y profesionales que buscaban un equipo accesible, pero con prestaciones impresionantes.
Reflexiones de un fotógrafo entusiasta al dar el salto de una cámara semiprofesional a una profesional.
No cabe duda de que me siento como un niño con juguete nuevo al estrenar mi Nikon D2x. Pasar de una Nikon D80 a esta cámara profesional ha sido un salto emocionante. No solo representa un avance técnico, sino también una oportunidad para expandir mis horizontes fotográficos y creativos.
Aunque llevo solo una semana con ella, y es poco tiempo para evaluarla completamente, ya he notado algunas diferencias clave que me tienen fascinado. Aquí comparto mis primeras impresiones:
Ruido: menos es más
Una de las primeras cosas que he notado es la ausencia de ruido a ISOs bajos (100-400). He hecho tomas en condiciones de poca luz y alto contraste, y los resultados han sido sorprendentes. Esto se debe, en gran medida, al sensor CMOS que incorpora la D2x, el primero de su tipo en una cámara Nikon de este nivel. Comparado con los sensores CCD de modelos anteriores como la D80 o la D100, este sensor ofrece un salto cualitativo que mejora significativamente la calidad de la imagen.
Procesador: toma su tiempo, pero vale la pena
Aquí he encontrado una diferencia notable: las tomas de larga exposición con reducción de ruido activada en modo RAW sin comprimir requieren más tiempo de procesamiento. Aunque esto no ocurría en mi D80, también es cierto que en esa cámara tenía más ruido y menos resolución. Con sus 12.4 megapíxeles, la D2x maneja más información, y el tiempo adicional parece un precio razonable por la mejora en calidad.
Eso sí, si se elige la opción de RAW comprimido, la espera puede ser aún mayor. Esto es algo a tener en cuenta al planificar las sesiones.
Peso: un arma de doble filo
Me encantan las cámaras con un buen peso, que se sienten sólidas y poderosas en las manos. Sin embargo, el peso de la D2x ha traído algunos retos inesperados:
Un estuche insuficiente. Mi estuche actual ya no da la talla; la D2x simplemente no cabe. Esto me obliga a buscar un nuevo estuche que acomode tanto la cámara como mis accesorios y un lente largo.
El trípode tambalea. Mi trípode Vivitar Vanguard-4, que funcionaba perfectamente con la D80, no maneja tan bien el peso de la D2x. Esto causa ligeros movimientos, especialmente en tomas de larga exposición, donde la estabilidad es crucial. Por ahora, ajusto cuidadosamente la cámara al trípode, pero es probable que deba considerar adquirir un trípode más robusto.
Aunque cargar un trípode más pesado no es ideal, lo veo como una inversión necesaria para sacar el máximo provecho a mi equipo.
Pantalla LCD: un vistazo básico
La pantalla LCD de la D2x es funcional, pero limitada. Su capacidad para mostrar detalles es similar a la de la D100: solo ofrece una vista básica de las tomas, sin mucho color ni resolución. Esto significa que, para analizar los detalles, hay que esperar a procesar las imágenes en casa. Aunque no es un problema crítico, habría sido genial contar con una pantalla más avanzada.
Firmware: una actualización que marca la diferencia
Mi D2x vino con el firmware 1.1, pero actualizarlo a la versión 2.0 fue una excelente decisión. Esta versión mejoró notablemente el enfoque automático, amplió las opciones de ISO (ahora incluye 1000, 1250 y 1600) y añadió la posibilidad de hacer tomas en blanco y negro. Estas mejoras han hecho que la experiencia con la cámara sea aún más gratificante.
Ergonomía: diseño pensado para el fotógrafo
Algo que siempre me ha encantado de Nikon es su ergonomía. La D2x no es la excepción: se adapta perfectamente a las manos, y la disposición de los botones permite realizar ajustes rápidos sin necesidad de apartar la cámara del ojo. Además, el visor incluye toda la información esencial (apertura, velocidad, ISO, balance de blancos, capacidad del buffer, etc.), lo que facilita disparar a alta velocidad sin distracciones.
Conclusión: la cámara y yo, un equipo en formación
La Nikon D2x no solo ha superado mis expectativas, sino que me ha retado a mejorar como fotógrafo. A pesar de algunos inconvenientes menores, como el peso o la pantalla LCD, su rendimiento, calidad de imagen y capacidad de personalización la convierten en una herramienta poderosa que promete acompañarme en muchas aventuras creativas.
¿Es la cámara perfecta? Probablemente no. Pero en esta relación, creo que ambos estamos aprendiendo el uno del otro. Y eso, para mí, es lo más emocionante.
Comparando la D2x con la D100 y la D80
Habiendo usado tanto la Nikon D80 como la D100, no puedo evitar hacer algunas comparaciones que ayudan a dimensionar lo que representa la D2x en cuanto a evolución tecnológica y experiencia de uso.
La Nikon D80, aunque más moderna que la D100, no compite en la misma liga que la D2x. También cuenta con un sensor CCD, esta vez de 10.2 MP, que ofrece resultados decentes, pero menos refinados. El manejo del color es agradable, pero presenta mayor ruido a partir de ISO 400. La D2x, aun siendo más antigua, demuestra una rendición tonal más limpia y detallada, sobre todo en luces altas.
En cuanto al visor, la D2x ofrece una experiencia mucho más completa: 100% de cobertura y mayor tamaño, frente al visor del 95% de la D80. Y en ergonomía, no hay competencia: los controles dedicados y la distribución de botones de la D2x permiten hacer ajustes sin apartar el ojo del visor, algo que en la D80 requiere más navegación por menús.
La Nikon D100, lanzada en 2002, si bien no fue mi primer acercamiento al mundo DSLR le tuve mucho cariño a esta cámara.. Su sensor CCD de 6.1 megapíxeles ofrecía una calidad decente en su época, pero hoy se nota limitado tanto en resolución como en manejo de ruido. La D2x, por el contrario, no solo duplica la resolución con sus 12.4 megapíxeles, sino que introduce el sensor CMOS, que mejora la eficiencia energética, el rango dinámico y reduce notablemente el ruido a bajos ISO (especialmente entre 100 y 400).
En velocidad, la diferencia es abismal: la D100 apenas alcanzaba 3 fps, mientras que la D2x dispara a 5 fps a resolución completa, y hasta 8 fps en su modo de recorte de alta velocidad (modo HSC), lo cual la convierte en una máquina más apta para fotografía de acción o de calle, donde la rapidez es esencial.
La construcción también marca una diferencia clara: la D100 tiene un cuerpo más plástico, más ligero, pero sin sellado contra el clima. La D2x, en cambio, está construida en aleación de magnesio, con un diseño robusto, pensado para trabajo profesional en condiciones exigentes.
Por último, la batería: la D2x utiliza la EN-EL4a, una batería de gran capacidad que supera ampliamente a la EN-EL3e de la D80. En sesiones largas o viajes, eso se nota, y mucho.