Durante una de mis visitas a una base aérea, en el verano de 2013, tuve la oportunidad de fotografiar una de las joyas menos conocidas pero profundamente elegantes de la Fuerza Aérea del Perú: el Aermacchi MB-339. Esta imagen no es digital, ni tomada con filtros automáticos o ajustes de postproducción. Está capturada en película, con una Nikon F5 y un versátil Nikkor 28-105mm, una combinación que me permite sentirme parte del momento y no solo un espectador tras un sensor.
El MB-339 es un avión de entrenamiento avanzado y ataque ligero, diseñado en Italia, pero adaptado y operado por pilotos peruanos que lo han llevado a dominar los cielos andinos. Su silueta estilizada, casi felina, contrasta con la robustez de su presencia en tierra. En la foto, el avión porta con orgullo la bandera peruana en su cola, acompañado del número «487», lo que le da ese carácter único y patrio que todo peruano puede reconocer con orgullo.
Lo que me encanta de esta toma es cómo la luz suave del final de la tarde baña el fuselaje metálico, revelando cada remache, cada línea de diseño aerodinámico. Es una imagen analógica que, más allá del avión, cuenta una historia de ingeniería, patria y pasión por volar.
Como fotógrafo, hay algo especial en capturar máquinas hechas para moverse a velocidades increíbles… cuando están quietas. Es como retratar a un atleta en reposo: sabes que en cualquier momento, esa calma puede transformarse en pura acción.
Hay algo en el Sukhoi Su-25 que impone. No es tan esbelto como un Mirage 2000 ni tan veloz como un MiG-29, pero transmite fuerza bruta, resistencia y presencia. Fue uno de los grandes protagonistas durante la exhibición militar que viví en la Base Aérea Las Palmas, en Surco, Lima, donde tuve el privilegio de fotografiarlo muy de cerca.
Como muchos, crecí fascinado por los aviones de combate. Estar frente a un Su-25, una verdadera bestia diseñada para la guerra real, fue como ver a un tanque alado descansando antes de su próxima misión. Y lo mejor: poder capturarlo con mi cámara de película.
El Su-25: el «tanque volador» soviético
El Sukhoi Su-25, apodado por la OTAN como «Frogfoot», fue desarrollado por la Unión Soviética a fines de los años 70 como una respuesta directa al A-10 Thunderbolt II estadounidense. Su misión: apoyo aéreo cercano, es decir, volar bajo, resistir fuego antiaéreo y brindar respaldo directo a tropas en tierra.
Diseñado para operar en condiciones duras, el Su-25 está blindado literalmente: la cabina está protegida por una bañera de titanio, y sus motores están separados para evitar que un solo impacto los destruya. Además, puede despegar y aterrizar desde pistas improvisadas o dañadas, y transportar una amplia variedad de armas: desde bombas tontas hasta misiles guiados.
No es un avión elegante, es un trabajador del aire, hecho para durar y cumplir.
El Su-25 en la Fuerza Aérea del Perú
El Perú es uno de los pocos países latinoamericanos que opera el Su-25. La Fuerza Aérea del Perú (FAP) adquirió estos aviones en la década de 1990, y desde entonces los ha utilizado en múltiples roles, especialmente en operaciones de control del narcotráfico y vigilancia de zonas fronterizas.
En particular, se han destacado por su capacidad de volar a baja altura en terrenos difíciles, operar con autonomía táctica y brindar un poder de fuego preciso. Actualmente, están asignados a bases estratégicas del país, y su presencia en exhibiciones como la de Las Palmas demuestra que siguen siendo parte fundamental del arsenal aéreo peruano.
Mi acercamiento fotográfico: lente clásico para un clásico soviético
Para estas tomas decidí volver a lo esencial: Nikon F5, lente Nikkor 28-105 mm, y película Kodak ProImage 100. Quería que el resultado tuviera esa textura atemporal del cine analógico. El Su-25 no es un avión moderno con pantallas digitales y líneas limpias; es rudo, con remaches, con pintura desgastada… y eso, creo, se ve mejor con película.
Los negativos los escaneé con mi Epson Photo 4490, cuidando que el grano, los colores y los contrastes se mantuvieran fieles a la escena original. Algunas tomas están hechas desde ángulos bajos para resaltar el volumen del avión; otras se enfocan en detalles como la cabina, los depósitos de combustible externos o las toberas. Cada una es un intento de capturar su carácter.
A continuación encontrarás mis tomas del Su-25. Espero que, más allá de lo visual, transmitan el respeto que siento por este avión y el placer de trabajar con fotografía analógica en un entorno tan potente como una base aérea activa.