Hay algo en el Sukhoi Su-25 que impone. No es tan esbelto como un Mirage 2000 ni tan veloz como un MiG-29, pero transmite fuerza bruta, resistencia y presencia. Fue uno de los grandes protagonistas durante la exhibición militar que viví en la Base Aérea Las Palmas, en Surco, Lima, donde tuve el privilegio de fotografiarlo muy de cerca.
Como muchos, crecí fascinado por los aviones de combate. Estar frente a un Su-25, una verdadera bestia diseñada para la guerra real, fue como ver a un tanque alado descansando antes de su próxima misión. Y lo mejor: poder capturarlo con mi cámara de película.
El Su-25: el «tanque volador» soviético
El Sukhoi Su-25, apodado por la OTAN como «Frogfoot», fue desarrollado por la Unión Soviética a fines de los años 70 como una respuesta directa al A-10 Thunderbolt II estadounidense. Su misión: apoyo aéreo cercano, es decir, volar bajo, resistir fuego antiaéreo y brindar respaldo directo a tropas en tierra.
Diseñado para operar en condiciones duras, el Su-25 está blindado literalmente: la cabina está protegida por una bañera de titanio, y sus motores están separados para evitar que un solo impacto los destruya. Además, puede despegar y aterrizar desde pistas improvisadas o dañadas, y transportar una amplia variedad de armas: desde bombas tontas hasta misiles guiados.
No es un avión elegante, es un trabajador del aire, hecho para durar y cumplir.
El Su-25 en la Fuerza Aérea del Perú
El Perú es uno de los pocos países latinoamericanos que opera el Su-25. La Fuerza Aérea del Perú (FAP) adquirió estos aviones en la década de 1990, y desde entonces los ha utilizado en múltiples roles, especialmente en operaciones de control del narcotráfico y vigilancia de zonas fronterizas.
En particular, se han destacado por su capacidad de volar a baja altura en terrenos difíciles, operar con autonomía táctica y brindar un poder de fuego preciso. Actualmente, están asignados a bases estratégicas del país, y su presencia en exhibiciones como la de Las Palmas demuestra que siguen siendo parte fundamental del arsenal aéreo peruano.
Mi acercamiento fotográfico: lente clásico para un clásico soviético
Para estas tomas decidí volver a lo esencial: Nikon F5, lente Nikkor 28-105 mm, y película Kodak ProImage 100. Quería que el resultado tuviera esa textura atemporal del cine analógico. El Su-25 no es un avión moderno con pantallas digitales y líneas limpias; es rudo, con remaches, con pintura desgastada… y eso, creo, se ve mejor con película.
Los negativos los escaneé con mi Epson Photo 4490, cuidando que el grano, los colores y los contrastes se mantuvieran fieles a la escena original. Algunas tomas están hechas desde ángulos bajos para resaltar el volumen del avión; otras se enfocan en detalles como la cabina, los depósitos de combustible externos o las toberas. Cada una es un intento de capturar su carácter.
A continuación encontrarás mis tomas del Su-25. Espero que, más allá de lo visual, transmitan el respeto que siento por este avión y el placer de trabajar con fotografía analógica en un entorno tan potente como una base aérea activa.
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